El rito iniciático, como ocurre en tantísimos otros colectivos, de ahora y de siempre, supone recibir una paliza por parte de los propios miembros de la Nación. Una paliza que se puede recibir de distintas maneras: dentro de un círculo humano de golpeadores y pateadores, apoyado en una pared mientras caen la golpiza, atravesando un vociferante pasillo de violentas extremidades o sometiéndose al severo castigo durante un tiempo determinado, que puede ir de los trece durísimos segundos de la Mara Salvatrucha a los dos minutos de otras bandas.
Otro de los ritos es la conocida como "caída", consistente en que un grupo de Reyes sale de cacería, en manada. En un momento dado, el jefe señala a un tipo al azar. Y el novato ha de lanzarse contra él, robarle el móvil o machacarlo sin piedad, no siendo raro que en este tipo de iniciativas acabe participando el resto de la Banda.
A partir de aquí, no es extraño que los reportes de actividad de los Kings comiencen con un saludo ritual tan serio y relamido como éste: "Yo King X vengo hacia ti con el puño derecho sobre mi corazón hasta 360 grados fuerte rey sabio con amor, honor, obediencia, sacrificio y rectitud me dirijo hacia ti para informar que..." ¡Ni los Caballeros de la Mesa Redonda llegaron a ser tan ceremoniosos!
A partir de aquí, no es extraño que los reportes de actividad de los Kings comiencen con un saludo ritual tan serio y relamido como éste: "Yo King X vengo hacia ti con el puño derecho sobre mi corazón hasta 360 grados fuerte rey sabio con amor, honor, obediencia, sacrificio y rectitud me dirijo hacia ti para informar que..." ¡Ni los Caballeros de la Mesa Redonda llegaron a ser tan ceremoniosos!

Además de tener una significación geográfica, cada una de las cinco puntas de la corona representa un valor inherente a la Nación: Respeto, Honestidad, Unidad, Conocimiento y Amor.
Nadie debe dejarse engañar por el colorido, la verborrea y la simbología Latin King. Ni en la de sus acérrimos enemigos, los más anárquicos y desorganizados Ñetas, que también tienen su correspondiente parafernalia dialéctica, su simbología, sus orígenes mitológicos, su sagrada literatura dividida en veinticuatro capítulos, sus saludos, etc.
Por desgracia, todo el brillante y atractivo galimatías al que hemos hecho referencia no acaba siendo sino una excusa para dar rienda suelta a la violencia más exacerbada y sin sentido, como hemos visto. Además, a la presencia de los Latin y a los Ñetas hay que sumar la reciente llegada a nuestro país de la aún más brutal Mara Salvatrucha, de la que se habla en capítulo aparte.
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